All that jazz...


2 de la mañana de una madrugada de invierno, con un vaso de whisky en la mano, tratando de ver claramente entre la niebla detrás de las ventanas fuera del  bar, como si detrás de su espesura pudiera encontrar alguna respuesta.

Trato de ordenar mis ideas, mientras la embriaguez va arrullando mis problemas, volviéndolos figuras ridículas que se van perdiendo en el aire.

Recuerdo su forma de acomodar hacia atrás su cabello y me asalta su perfume como si estuviera ahí a mi lado. Miro a mí alrededor para cerciorarme, pero ella no está.

Doy un sorbo largo a mi whisky, me entretiene como se van acomodando los cubos de hielo a medida que se van derritiendo al paso del alcohol, como alguna vez te derretiste tú en mis brazos.

Doy otro sorbo más como para borrar todo rastro del sabor de tus labios ausentes, mientras ruego a dios que el whisky exorcice los demonios que dejaste en mí al marcharte.

Continúo así por un rato con un par más de vasos hasta que este último se acaba, dejo el vaso vacío y trato de recoger de a pocos mi cuerpo desecho, antes de marcharme dejo algunos billetes con algo de propina para Alberto, quien ya me pidió un taxi y me hace una seña preguntando si necesito ayuda para llegar y lanzarme en el asiento trasero.


Han pasado 548 días y aun siento fresca la herida en la que solía encontrar mi alma.

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